"When you smile, I feel 101 % happy"

sábado, 26 de octubre de 2013

G.

Éste es G. No recuerdo donde nos conocimos, ni cómo fue. Supongo que no fue uno de esos momentos de los que recuerdas la fecha, la hora y hasta la ropa que llevabas puesta ese día que se convirtió en ''tan especial''.

G es distinto. Supongo que siempre he hecho buenas migas con la gente ''distinta al resto''. Éramos tan parecidos...Eso dicen, que Dios los cría y ellos se juntan.  Él era divertido, cariñoso, muy dulce...Él era muy peculiar, casi tanto como yo. También era invisible; pero no uno de esos ''amigos imaginarios'' que los niños se inventan para no estar solos. G no fue siempre invisible..no siempre lo fue; hasta los 14 o 15 años podía verse, pero nunca me ha hablado de ello, no le gusta. Y yo, digamos que nunca le he insistido.

G era mi mejor amigo, con él compartí muchas cosas y me conoce de sobra...creo que si le hiciese un examen, rellenaría más de un libro entero. Al principio solo me visitaba de vez en cuando, y yo sabía que estaba ahí porque hacía pajarillos de papel y los lanzaba contra mi ventana. Una forma muy discreta, un repiqueteo de papel contra el cristal que se convirtió en nuestra ''señal de llamada'' personal, como solía decir. Luego empezó a verme casi siempre, a conocerme, a contarme cosas que nadie más le contaría. Empezamos a desvelar secretos y a fundar una confianza indestructible. A hablar de miedos, de gustos, de manías...Nos unimos hasta depender uno del otro para todo, aprendimos a pensar en lo que estaría pensando el otro, o saber lo que el otro estaba a punto de decir. Poco a poco empecé a saber distinguirle siempre. El resto de la gente sentiría solo algo extraño, como esa sensación que se produce en el ambiente cuando se hace el silencio y alguien dice ''ha pasado un ángel''. Algo así. Lo sienten, muy de vez en cuando. En el mejor de los casos verían una luz muy tenue, invisible pero táctil, como cuando acaricias el humo o notas la humedad del aire sin verlo con los ojos.

Lo que más le gustaba de mí era, según me dijo en una ocasión, cuando me reía tanto que me salían lágrimas, o cuando estaba asustada y ponía ''cara de lechuza''. No me ofendió en absoluto, pero me pareció una comparación un poco extraña. Eso era otra cosa muy especial, había veces que nos divertía hablar de cosas inverosímiles, inventar palabras, preguntar cosas que nadie pregunta. A raíz de esas conversaciones bauticé uno de mis juegos preferidos, que heredé de él: ''Preguntas y Respuestas''. Preguntas del estilo de ''Si yo fuera un color, ¿qué color sería?'' o '' Si se incendia tu casa y solo tienes 60 segundos para salir, ¿qué cogerías?''. Cosas así. Una vez decidimos que si pudiéramos ser un animal, seríamos dos golondrinas, y juramos que emigraríamos juntos hasta el otro hemisferio al terminar octubre.

G era muy imaginativo, amable y protector...al principio me daba rabia que me tratase como un ángel de la guarda, cogiéndome del brazo al cruzar el paso de cebra; yo cuando voy por la calle tengo la mala costumbre de cruzar sin mirar, porque voy despistada pensando. En el fondo me salvó la vida un par de veces, así que no se lo reproché nunca.


Me sé su cara de memoria, todo en él me resulta tan familiar como mi reflejo en el espejo, como si lo hubiera conocido al nacer. Su pelo era oscuro y corto, y sus ojos muy claros, de un azul casi gris en el que casi puedes nadar. Siempre sonreía con los ojos, algo que siempre me ha parecido muy atractivo. Su piel era muy suave y siempre olía a algo así como agua de lluvia, un olor extremadamente peculiar pero muy adictivo. En él me gustaban hasta sus defectos. Recuerdo sus tres lunares alineados en el antebrazo, que yo siempre repasaba con las manos y le decía que era como tener un fragmento de una constelación. Tenía una marca de nacimiento del color del café con leche en el hombro derecho, que a mí me parecía que tenía forma de cruasán, pero que a él no le gustaba. Para compensar me dijo que mi manchita en el cuello, bajo la oreja, parecía un corazón. Eso yo nunca lo había visto así, pero lo cierto es que después me lo han dicho más veces, y siempre me he acordado de él. Le apasionaba leer, ver las estrellas, madrugar para ver amanecer, el equipo de fútbol de la Selección Española, el batido de yogur, viajar, verme dormir, estudiar la forma de las nubes y el relieve de las cordilleras, leer mis ''Listas de Cosas que me Encantan'' y aprendérselas de memoria. También le divertía hacerme reír; yo muchas veces no captaba su habitual tono sarcástico y me creía al pie de la letra lo que decía. Era entonces cuando se reía y me hacía rabiar a causa de ''lo inocente y crédula que puedo ser''. Pero yo lo pasaba de maravilla. Conseguía que, si alguna vez estaba triste, mi cara ser transformara en una mezcla de risa-lloro especialmente cómica. Él no solía estar triste, en todo caso se enfadaba, aunque yo siempre tenía armas para animarle. Solo le vi llorar una vez, y me limité a abrazarle en silencio sin hacer preguntas, porque se que eso era exactamente lo que debía hacer, pues yo soy igual....Puede decirse que siempre nos equilibrábamos y entendíamos el uno al otro.


A veces amenazaba con hacerme cosquillas en algún lugar con gente, para que pareciera que me reía sola.

Nos encantaba ver pelis en mi casa los días de tormenta, salir a ''brujulear'' por las calles sin rumbo determinado, jugar a inventarnos la vida de los que paseaban por la calle o simplemente escaparnos a charlar a nuestro ''rincón del viento'' algunas tarde de verano hasta que se hiciera de noche. Hacíamos combates de salto de altura, competiciones de beber colacao sin parar a respirar o cosas por el estilo. Me contaba todo lo que pensaba sobre la gente, sobre la vida en general, sobre todos los temas ya fueran éticos, políticos o científicos. Era un buen apasionado de los debates, y discutíamos casi siempre a pesar de que a veces estábamos en el mismo bando. Era un buen amante de la naturaleza, y eso es algo que heredé de él. No le gustaba el baloncesto, ni las chicas con flequillo, ni las comedias norteamericanas con risas enlatadas, ni los profesores que cuentan su vida; odiaba los espárragos y los refrescos, no le gustaba la música de discoteca. Los lugares apartados eran nuestros preferidos, pero un día me di cuenta de que los sitios abarrotados y ruidosos me gustaban porque allí la gente conseguía que yo también pudiera ser invisible; en esos instantes me sentía más unida a G que nunca, fuera de la gente, fuera del mundo, fuera de todo. Invisible. Intocable. Insonora. De su misma naturaleza.
La música era de las cosas que más apreciábamos los dos. No hablo de grupos musicales, ni de la canción del verano, tampoco de las canciones de amor que te sacan las lágrimas de lo cursis que son. No hablo de canciones compuestas en exclusiva para mí, ni de los coros de misa. Hablo de la música en su más pura esencia, la música tal y como fue creada. La forma de expresión más íntima, profunda y sincera en la que G pudo llegar a mí. El lenguaje que menos palabras necesita para transferir emociones, pensamientos, ideas. Él tocaba el piano, y durante muchas noches de junio me quedé dormida sobre la tapa del piano de cola negro y reluciente, donde él solía representar las melodías de Ludovico Enaudi. Aún cuando escucho ''Giorni Dispari'', la primera que te escuché tocar, mi piel se escalofría. Él tocaba con amor, con dedicación, con los ojos cerrados y la barbilla hacia arriba y las mejillas sonrosadas. Para mí son sus manos invisibles las que se deslizan sobre las teclas de marfil, tan suavemente como si acariciara a un bebé. Intentó enseñarme a tocar el piano, pero fue inútil. Algún día practicaré hasta conseguir sacar los doce primeros compases.

G y yo fuimos inseparables. Me contaba perversas historias sobre su vecina alemana, Hazel, una muy guapa pero muy convenida. Era su antigua amiga, la que tenía cuando aún era visible para todos, en su antigua casa en Noruega. Pero cuando dejó de ser visible, ella no le echó de menos, por lo que G se sintió herido y no quiso volver a saber de ella. Durante un tiempo incluso estuvieron saliendo, pero ella se cansó de él porque no entendía sus locuras. Tal vez esa es la razón por la que G y yo fuimos inseparables, porque yo le entendía mejor que sus amigos, que sus padres, que sus dos hermanas, que sus profesores, que su vecina.

En definitiva, éramos uno. Os estaréis preguntando por qué hablo en pasado. El caso es que G se fue. He tardado una semana en darme cuenta de que no he vuelto a advertir su presencia, pues ya nadie llama a los cristales con pajaritos de papel, ni me dice ''Háblame de algo. De cualquier cosa..aunque sea leer la guía telefónica''. No sé dónde está, pero tiene que volver. Él nunca se irá sin despedirse, pues sabe a ciencia cierta que es una de las cosas que más rabia me dan. He decidido que un día de estos iré a buscarle, porque cuando no me acuerdo de que se ha ido, hablo sola en bajito y solo el silencio me responde. 

G, si lees esto vuelve, porque no sabes cuantísimo te echo de menos. Tengo que contarte lo contenta que me puse el otro día cuando mi iPod en modo aleatorio decidió cantar ''Primavera'', de L. Enaudi. Tengo que contarte que el otro día llovió y todo el mundo se quejaba menos yo, que la sonrisa no se me borraba de la cara porque la calle entera olía a ti. Tengo que acordarme de decirte que el otro día conseguí el récord de beber colacao sin pausa para respirar, y también que cuando mis hermanos pusieron Harry Potter el otro día, me di cuenta lo absurda e irónica que debe haberte parecido siempre la capa invisible. Que sepas que ya he pegado en la pared la cadeneta de hojas secas que recogimos en septiembre, que propusiste que colgase para decorar mi habitación. Y que antes de ayer mi profesora se dio un susto y puso ''cara de lechuza'', ahora entiendo tu comparación. 
El miércoles pensé que si fueras un color serías un tono de azul cielo insaturado. Y que en mis 60 segundos solo me llevaría los momentos que me has regalado. Ah...Y que procura volver antes de que acabe octubre, que aquí tienes una golondrina esperándote antes de alzar el vuelo.

3 comentarios:

  1. Precioso!! Me ha encantado, en serio, aunque me da pena el final. Escribes muy pero que muy bien Silvermist!!

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  2. eem... si te digo que me he quedado sin palabras de lo magnifica que es esta entrada me creerias? *.* Espero que sí!
    ME HA ENCANTADO!!!!! en serio!! ^^

    Un beso! ;)
    http://myworldlai.blogspot.com.es/

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  3. Que alegria leerte Cari!!! Estoy enganchadisima a tu blog... y ni te puedes imaginar cuánto me gusta. Escribes con el puro y sencillo corazón que tienes.
    Seguro que Gabriel será el fiel compañero de viaje que jamás te abandonará estando donde este. Nunca estarás sola, tenlo por seguro.

    Un beso muy muy fuerte, lleno de cariño!
    A ver si nos vemos pronto guapisima!!

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